[av_heading heading=’Relatos Macabros 7 «EL SALVADOR Y LA TORMENTA DE SANTA ROSA»‘ tag=’h2′ style=’blockquote modern-quote modern-centered’ size=» subheading_active=» subheading_size=’15’ padding=’10’ color=’custom-color-heading’ custom_font=’#000000′][/av_heading]
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Corrían los años 90 y como todo padre y jefe de familia numerosa, y con el apoyo de los abuelos (Horacio y Beba) decidimos con mi mujer pasar unos días en Chile, en la playa, precisamente en Algarrobo, donde había una oferta de un apartamento por un fin de semana largo.
El problema no eran ni los niños, ni los abuelos, ni nosotros……………el problema era la tormenta de Santa Rosa.
Si nos ubicamos en la Argentina, en el Oeste, en la provincia de Mendoza, que limita con Chile, pero que la separa la Cordillera de Los Andes, sí , esa misma, que alberga el cerro más alto de todo América, el Aconcagua (7053 metros).
Cuando viajas a Chile en avión desde Mendoza, ves la cima y parece que estás tocándola, el avión a 10000 metros o más, pero la sensación es impresionante.
Y cuando tienes que viajar hacia Chile en coche, hay que atravesar la cordillera, desde Mendoza hasta la frontera hay 200 kilómetros de conducción en montaña, y cuando hay tormenta de nieve, como la de Santa Rosa, agárrate.
Eran los primeros días de setiembre e históricamente la tormenta te azota, pero yo como galeno ignorante, siempre ocupado de otras cosas y acostumbrado a viajar en verano, nunca había cruzado a Chile en vísperas de la tormenta.
Por lo tanto concurrí a una tienda de accesorios de coches y compré las famosas cadenas, sí esas que te muestran cómo se ponen, pero que te olvidas justo cómo se hacía en la tormenta.
La previsión era mala, pero el apartamento esperaba y esos días de descanso hacían falta, entonces el coraje pudo más que la razón, y ya verán por qué lo digo.
Partimos en el coche, un TORINO TS, 3800 centímetros cúbicos,, una máquina, demasiada pesada para la nieve, pero como dije el coraje es el coraje.
Partimos cerca de las 10 de la mañana, los primeros 100 kilómetros bien nada mal, luego comenzó una llovizna fría, a bajar la temperatura y entonces llegó la tormenta, viento blanco y a rezar si eres creyente, como yo no lo era, ni lo soy ni lo seré, el cielo me castigó.
Con mucho estrés llegué a la Aduana Argentina, en alta montaña, alta pero alta, haciendo los papeles me encontré con un colega traumatólogo, Rodolfo G, que estaba con su esposa y suegra, en un viaje hacia Santiago de Chile.
El diálogo:
Yo: Qué tal cómo andas?
Rodolfo: Bien, estoy apurado porque tengo que estar en Santiago para firmar una escritura antes de las 17 hs.
Yo: Mira, yo no tengo experiencia en conducción por la nieve, te puedo seguir?
Rodolfo: Claro, vos seguíme, estoy en un Ford Falcon blanco ya salgo.
Yo: dale, dale ya salgo.
No lo vi más, salí y el Ford no estaba, se había ido sin mí, y claro estaba apurado y tenía que llegar antes de las 17 hs, jajajajaja
Y la tormenta en nuestras cabezas, entonces salí recagando como decimos allá o acá también.
No se veía un carajo, ni un culo ni una mierda, el viento blanco no me dejaba ver más allá de 20 metros y quedaban 10 kilómetros hasta el túnel internacional donde se encuentra la localidad de Las Cuevas, la frontera, donde está Gendarmería y algún local para beber algo caliente.
Como todo tipo loco como yo , ni previsor , ni mantas ni café ni nada.
A mitad de camino a menos de 20 kilómetros por hora, veo al costado derecho, en la banquina (arcén), como en una cuneta, un Ford Falcon blanco, tumbado……………
Me dirán ustedes qué pasó?….
Mi mujer asustada con la tormenta, la ignorancia de estar en la montaña sin nada, no habían móviles, me pedía a gritos que siguiera, que continuara, porque yo ya circulaba despacio, y entonces, no le hice caso, al pasar pude ver por el espejo retrovisor que ese coche tumbado tenía las luces encendidas, y pensé si está volcado de hace tiempo no tendría las luces encendidas, allí hay alguien…
Entonces hice marcha atrás y me bajé, en plena tormenta, estaban atrapados y heridos sin poder salir del coche, el viento impedía oír los gritos, como pude y con mis manos abrí una de las puertas y pude ayudarlos a salir, me lastimé las manos pero los había salvado…………….
Qué respiro, heridos leves, no graves, una fractura de codo la mujer y rasguños……..
Pudimos llegar a Las Cuevas, guardar el coche en un garage y calentarnos las manos y beber algo caliente con los gendarmes que nos brindaron ayuda.
Tenía toda mi ropa mojada, y los pies, lo que más me dolían eran los pies y la manos por tanta ansiedad, claro cuando estás en una situación crítica, la adrenalina te hace olvidar que tienes un cuerpo.
Así la historia, pasó la tormenta, los subí a todos a mi coche y llegamos al otro lado a la ciudad de Los Andes (Chile) donde ellos pudieron seguir viaje en bus a Santiago y yo para la playa……
Para no olvidar…………..pero Rodolfo se olvidó ,,,,,,,,,, estoy esperando la cena……….jajajajajajajajaja
Antonio Passardi, alias El Salvador……
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